sábado, 30 de octubre de 2010

Adoracion verdadera

En varias ocasiones he leído diversos artículos, escritos, notas, comentarios, etc. que llevan como título “La verdadera adoración”, sin embargo en casi todos ellos encuentro algunos detalles que me llaman poderosamente la atención, y es la creencia (yo también la tuve por mucho tiempo) de que adoración es de alguna forma sinónimo de alabar y tiene que ver directamente con alguna situación musical. Otro detalle es la creencia de que la adoracion a Dios se da durante el culto que realizamos en el templo, cantando canciones con ritmo lento, suave, alzando las manos, con los ojos cerrados, derramando algunas lagrimas, cantando cantos que incluyen en sus letras la palabra adorar, postrarse, etc. como: “Quiero llenar tu trono de alabanza, quiero llenar tu trono de adoracion, quiero adorar postrado en tu presencia”, o “Venimos ante ti Señor, para adorate, para exaltarte mi rey”, o “hay una fuente en mi… es un rio de alabanza y de adoracion”, en fin la lista podría ser larguísima. Y por ultimo, que muchos creen que después de cantar esos cantos descritos anteriormente se debe hablar en lenguas porque eso es la “verdadera adoracion”.



No cabe duda que la falta de conocimiento en cualquier esfera conduce a la ignorancia. A los surgimientos de filosofías o mitologías que conducen al error.



El vocablo adoracion hoy en dia, es popular en nuestro lenguaje cristiano, lo usamos envuelto en un disfraz espiritual. Evitando al creyente tener un compromiso y una revelación de Dios en su vida.



Pero una vez mas, yo me pregunto, ¿Por qué siendo la Biblia tan clara sobre este tema de la adoracion, acabamos siempre asegurando y creyendo cosas que no se acercan ni tantito a la verdad bíblica? O ¿Por qué aseguramos y creemos, como si eso fuera todo, algo que no es sino solo una parte de la verdad bíblica?



La verdadera adoración no la define el hombre, la define Dios. Como cristianos tenemos la obligación moral y espiritual de ir a la Biblia que es la fuente de la sabiduría divina, para aprender y entender que es adoración.



Adorar no es una acción determinada, sino el conjunto de varias acciones o actitudes que le dan el sentido real a la misma. Puede verse como un rompecabezas en el que hasta no agregar la última pieza, no estará claro el paisaje o figura. Así es la adoración, los elementos que la forman deben ser agregados en su totalidad, para que sea perfecta.



Adoración es un encuentro con la Majestad de Dios, como resultado de una íntima relación con Él; si somos verdaderos adoradores, nunca abandonaremos la presencia gloriosa de Dios.



Miqueas 6:6-8 dice: “¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? 8Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.



Una primera condición esencial para la adoracion es un conocimiento personal de Dios y sus atributos divinos (lo cual incluye que solo los hijos de Dios pueden adorarle en espíritu y verdad). Una segunda condicion es la sumisión total a El. Una tercera es que sólo Cristo sea glorificado. Estas tres condiciones son importantes de cumplir, sometiéndonos completamente, sin reserva, a Jesucristo como Señor.



La adoración a Dios no se define en un solo pasaje de la Biblia. La adoración está lejos de ser solo lo que acostumbramos cantar en la congregación (ekklesia). Una mirada a las definiciones de las palabras de las cuales se traduce adoracion, nos muestra que la adoración no está ligada a la música, no se limita a expresiones o manifestaciones físicas. La adoración es el conocimiento y reconocimiento directo de los atributos de Dios, de su naturaleza, poder, de sus demandas, sus promesas y sus misericordias, ya sea que lo declaremos por expresiones verbales, por derramamiento del corazón maravillado de su majestuosidad, por acción de gracias, honra u honor, pero especialmente con nuestra forma de vida y por todas las acciones ejecutadas en el transcurso de tal reconocimiento. (Dicc. Vine)



Veamos primero algunas definiciones y comentarios sobre el tema “Adoracion”, asi como algunos versículos que nos hablan sobre esto.



A. Verbos

1. eusebeo (εὐσεβέω, 2151), actuar piadosamente hacia. Se traduce «adoráis» en Hch 17.23.

2. proskuneo (προσκυνέω, 4352), hacer reverencia, dar obediencia a (de pros, hacia, y kuneo, besar). Es la palabra que con más frecuencia se traduce adorar. Se usa de un acto de homenaje o de reverencia: (a) a Dios (p.ej., Mt 4.10; Jn 4.21-24; 1 Co 14.25; Ap 4.10; 5.14; 7.11; 11.16; 19.10(b) y 22.9); (b) a Cristo (p.ej., Mt 2.2,8,11; 8.2; 9.18; 14.33; 15.25; 20.20; 28.9,17; Jn 9.38; Heb 1.6, en una cita de la lxx de Dt 32.43, refiriéndose a la Segunda Venida de Cristo); (c) a un hombre (Mt 18.26); (d) al dragón, por parte de los hombres (Ap 13.4); (e) a la bestia, su instrumento humano (Ap 13.15; 14.11; 16.12); (g) a demonios (Ap 9.20); (h) a ídolos (Hch 7.43).

3. sebo (σέβω, 4576), reverenciar, acentuando el sentimiento de maravilla o de devoción. Se usa de adorar: (a) a Dios (Mt 15.9; Mc 7.7; Hch 16.14; 18.7,13); (b) a una diosa (Hch 19.27).

4. sebazomai (σεβάζομαι, 4573), similar al Nº 3, honrar religiosamente. Se usa en Ro 1.25 (rvr), «honrando» (rvr77) y «adorando» (vm).

5. latreuo (λατρεύω, 3000), servicio, dar servicio u homenaje religioso. Se traduce como adorar en Flp 3.3 en la vm.

B. Nombre

proskunetes (προσκυνητής, 4353), similar a A, Nº 2, aparece en Jn 4.23.¶[1]



Acto mediante el cual se expresa reverencia, respeto, honor, amor y obediencia a Dios. En el AT se utiliza la palabra shachah para indicar esa actitud, con la connotación de “postrarse”, “arrodillarse”, “inclinarse”. En el NT el término es proskusneo, que es reverenciar a una persona. Usualmente el adorante baja “la cabeza hacia el suelo” (Éx. 34:8) o se postra en tierra (Job 1:20; Sal. 95:6), por lo cual muchas veces se usa la palabra “inclinarse” como equivalente a a. (Éx. 20:5; 2 R. 5:18). Pero el acto físico de inclinar el cuerpo puede tener otro sentido, como súplica a una persona (Gn. 23:7–12), o simple reverencia ante un rey (1 S. 24:8–9). Para que exista adoración es imprescindible una actitud del corazón que reconoce en el objeto de la adoración el carácter de soberano señor y dueño, como en el Sal. 99, donde se comienza reconociendo la grandeza de Dios: “Jehová reina.... Él está sentado sobre los querubines.... Jehová en Sion es grande y exaltado sobre todos los pueblos”, etcétera. Y luego se reclama la a.: “Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante su santo monte”.[2]



Culto o reverencia que se rinde a Dios por sus obras (Sal 92.1–5) y por ser quien es (Sal 100.1–4). Se expresa mediante → Oración (Gn 12.8; Neh 9), → Sacrificio (Gn 8.20), → Ofrenda (Gn 4.3, 4; 1 S 1.3; Dt 26.10; 1 Cr 16.29); → Alabanza (2 Cr 7.3; Sal 29.1, 2; 86.9; 138.1, 2), → Canto (Sal 66.4), ritos (Éx 12.26, 27), meditación (Sal 63.5, 6), → TEMOR (Sal 96.9), → Ayuno (Neh 9.1–3; Lc 2.37), → Fiesta y → Acción de gracias (2 Cr 30.21, 22), y sobre todo inclinación (Sal 95.6; 1 Cr 29.20) y servicio (Dt 11.13; Jos 22.27). Estos dos últimos conceptos se expresan en hebreo y en griego con palabras que también significan «adoración» (Dt 6.13; 10.12, 13; 2 R 5.18; cf. Mt 4.10; Ro 12.1), de modo que no se distingue entre «servir» y «adorar» ni entre «inclinarse» y «adorar».

La adoración externa y cultual debe nacer de una actitud interna (Is 29.13), que a su vez se expresa en obediencia y una vida dedicada por entero al servicio de Dios (1 S 15.22, 23; Miq 6.6–8; cf. Stg 1.27). El adorador debe ser bueno y justo (Sal 15; Am 5.21–26) para que su adoración sea aceptada (Sal 50.7–23; Is 1.11–20; cf. Mt 5.23, 24 y Jn 4.23), además de sincero (Sal 51.16–19).[3]



A. Las palabras implicadas

1. Proskuneo. Esta palabra primaria en denotar adoración está relacionada con la idea de besar (como en besar la tierra para honrar las deidades de la tierra); llegó, pues, a connotar el postrarse en reverencia. Esto demostraba que el adorador consideraba al objeto, digno de ofrecerle aquello que le estaba ofreciendo. Aun la palabra en inglés “worship” (una forma achicada de la palabra “worthship” —dignidad) significa atribuirle valor al objeto adorado. Nuestro Señor usó esta palabra en Su declaración clásica sobre la adoración en Juan 4:24. Con relación a la iglesia la palabra solamente aparece en 1 Corintios 14:25, y allí se refiere a la adoración de un no creyente que entra en la asamblea. Posiblemente se evitó el uso de este término al describir la adoración de la iglesia primitiva debido a su asociación con los ritos paganos, y la idea de que la adoración proskuneo se hacía en la presencia visible del objeto adorado. Quizás esto explique por qué la mayoría de las veces la hallamos en los Evangelios y en Apocalipsis (tanto en relación con la adoración verdadera como con la falsa, pero en la presencia del objeto adorado). No obstante, la idea de postrarse en reverencia ante el objeto adorado sigue siendo una faceta legítima de la adoración cristiana.

2. Latreo. Esta palabra altamente significativa comunica la idea de que la adoración es servicio sacerdotal. La vida del creyente en su totalidad debe ser de servicio-adoración (Romanos 12:1); la oración refleja esta clase de adoración (Hechos 13:2; Romanos 1:10); la palabra aparece varias veces relacionada con la acción de dar (15:27; 2 Corintios 9:12); y entonces el ministerio general del Evangelio es servicio-adoración (Romanos 15:16; Filipenses 3:3). Es posible que el hecho de que se use esta palabra en vez de la primera con respecto a la adoración del creyente, se deba simplemente a que, puesto que Cristo no es visible hoy en día, nuestra adoración ha de demostrarse en servicio.



B. El concepto

La adoración de la iglesia, entonces, consiste en servicio individual, corporal, público y privado para el Señor, lo cual se produce por reverencia y sumisión a Quien es completamente digno.[4]



Podriamos entonces, después de conocer lo anterior, decir que:

La verdadera adoración involucra una entrega total, entera de nosotros a Dios; adorar es decirle a Dios que lo amamos con toda nuestra vida. En el hogar, con nuestros Padres, Familia, En la Iglesia, en La escuela, El trabajo, En el Noviazgo. Se trata de poner a Dios en primer lugar. Por sobre todas las cosas. Es pedirle que nos ayude a amarlo, con todo el corazón, con toda nuestra mente, alma, ser. TODO.



La adoración a Dios a través de nuestros padres, es honrarlos, obedeciendo, tratándolos bien, sirviendo en el hogar, tratando bien a tus hermanos, ayudando a tu mamá y papá en el hogar.



En la Iglesia: Cuando estamos en obediencia a los pastores, pues estos cuidan de nosotros, y Dios quiere que nos sujetemos a éllos, y el sujetarnos a ellos lo agrada a El. Cuando nos comprometemos con algún ministerio, y somos fieles a Dios en ese servicio, en el sentido de estar en santidad, obedientes a su Palabra y leales con los hermanos. Cuando limpiamos la casa de Dios, cuando ayudamos a los hermanos en alguna tarea, o situación personal, cuando damos un consejo, cuando aprendemos a depender de Dios.



En la escuela o el trabajo: Cuando somos integros, es decir, lo que somos en la Iglesia, aquí también, como nos comportamos en la iglesia, aquí tambien. Cuando no nos dejamos intimidar por lo que digan los demás para cumplirle a Dios, para hacer lo que El nos dice en Su Palabra. Cuando no mentimos. Cuando ayudamos al prójimo. Cuando predicamos la palabra. Cuando damos testimonio de que Jesús esta en nuestra vida.



En el Noviazgo: Cuando involucramos a Dios en nuestra relación, para cada decisión que queramos tomar. Cuando hay respeto. Cuando hay amor, Cuando hay tolerancia. Cuando sabemos esperar en todo tiempo que se haga la voluntad de Dios. Cuando resistimos al Diablo cuando la carne es débil. Cuando le dedicas mas tiempo a Dios que a tu novi@. Cuando oran juntos. Cuando ayunan juntos. Cuando nos comunicamos. Cuando queremos mejorar. Cuando obedecemos lo que dice la Palabra de Dios.



En el matrimonio: Cuando hacemos a Dios el Señor de nuestra relación, poniéndolo siempre en primer lugar, cuando amamos a nuestra esposa, la cuidamos, la sustentamos, la respetamos, cuando respetamos a nuestro esposo, cuando nos sujetamos a el, cuando aceptamos y reconocemos que el es la cabeza del hogar, cuando buscamos aprender de Su Palabra juntos, cuando oramos juntos, cuando buscamos de Su consejo para resolver los conflictos o las diferencias, cuando buscamos Su voluntad para nuestro matrimonio caminando en obediencia a Su Palabra.



Adorar a Dios es mucho más que cantarle, es entregarle por completo cada una de las áreas de nuestra vida y dejar que sea El quien ponga cada cosa en su lugar. Es dejarnos guiar por Su Presencia. Es saber esperar las respuestas de Dios. Es levantarte cuando has caído. Es cantarle aun cuando te sientes mal. Es saber que aunque a veces Dios esta en silencio, esta trabajando. Es confiar en Dios cuando las situaciones se presentan muy difíciles, y parece que no pudieras resistir. Es entregarle todas tus cargas, para no estar angustiado. Es clamar el salmo 23 cuando sientes que te faltan las fuerzas y sientes que te vas a morir. Es recordar que todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Filipenses 4:13). Y que el poder de Dios, se perfecciona en mi debilidad. Es saber que Dios cumple sus promesas. Es clamar a él. Es reconocerlo cuando llegas al lugar donde querías estar. Es pedirle que te fortalezca. Es deleitarse en Jehová. Cuando oramos en todo tiempo.



Uno de los pasajes mas usados cuando se trata de hablar de “la verdadera adoracion” es Juan 4, en el cual encontramos la conversación de Jesus con la Samaritana. Veamos todo el texto:



Juan 4:7-26, “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.  10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.

16Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo”.



Los versículos clave aquí son: “21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.



Veamos porque.



Jesús le informa a la mujer Samaritana que con su venida a este mundo y su muerte en la cruz, Dios ya no tendría un lugar especifico en esta tierra para la adoración como lo fue en los tiempos antes de Jesucristo. Ahora todos los que creen en el Señor Jesucristo pueden adorar a Dios en todo tiempo y en cualquier lugar.

Aunque su cuerpo pueda encontrarse en una cárcel, en un calabozo o en cualquier otro lugar incómodo, su espíritu puede acercarse a Dios en el santuario celestial a través de la fe. Jesucristo le dijo a la mujer que desde ese momento en adelante la adoración al Padre sería en espíritu y en verdad.



Con la llegada de Jesús, el Mesías de Dios, se inició el reino del cielo que sería esencialmente un reino nuevo y espiritual. La hora que vendría (v. 23) ya llegó y con su llegada se inició una nueva era. En un sentido la nueva era sería la continuación de la anterior; por ejemplo, es el mismo Dios y es su plan eterno que sigue desarrollándose. Pero, en otro sentido, sería una que era radicalmente nueva y esa novedad estaba centrada en la persona de Jesucristo. Los verdaderos adoradores adorarán al Padre implica que había adoradores que no eran verdaderos, es decir, que no agradaban a Dios en su adoración. Los que agradan a Dios le adoran en espíritu, lo cual significa que la adoración surge y se expresa por medio del espíritu humano. Esta adoración nace en el recinto más interior del alma y se rinde a Dios como un servicio espiritual (Rom. 1:9; 12:1). Ciertamente el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad y nos guía en la adoración (Rom. 8:26), pero espíritu aquí se refiere al espíritu humano. Lo exterior y lo material pueden facilitar la adoración, pero lo que importa a Dios es la condición del corazón y espíritu del adorador. Templos y lugares “sagrados”, como Jerusalén y Gerizim, juntamente con los utensilios, altares y ritos religiosos, no son esenciales para la adoración que agrada a Dios. Inclusive, todo esto puede distraer de la verdadera adoración. Verdad en el NT se refiere a lo que es realidad en contraste con la mera apariencia o a lo opuesto a la falsedad. La verdad es un atributo esencial de Dios y Jesús pudo decir “yo soy… la verdad” (14:6). Además, en el AT el término llevaba el sentido de fidelidad, confiabilidad y seguridad. En este contexto, Jesús se refería a la revelación de Dios que se manifestó principalmente en la persona de su Hijo. Para nosotros, verdad es la revelación de la persona de Dios y de su voluntad para el hombre y ésta se encuentra en la Biblia. Para agradar a Dios en la adoración, uno debe conocerle tal cual se revela en la Biblia y debe saber cuál es su voluntad general y particular.

Porque también el Padre busca a tales que le adoren. Esta frase presenta un concepto completamente nuevo de Dios. Los dioses paganos esperaban pasivamente que sus súbditos se acercasen para rendirles culto, pero el Dios revelado en las Escrituras sale buscando de entre la humanidad una clase particular de adoradores, los que adoran en espíritu y en verdad.

En el v. 24 se repite lo expresado arriba, pero se agrega una explicación por la demanda de adoración en espíritu y en verdad. La naturaleza de Dios, que es espíritu, determina la clase de adoración que le agrada. La segunda lección de Jesús sobre la adoración que agrada al Altísimo es que debe realizarse de acuerdo con la naturaleza de Dios, es decir, en espíritu y en verdad, pues Dios es ambas cosas. La adoración es un asunto del corazón, de comunicación entre el espíritu del hombre y el Espíritu de Dios, basado en la verdad de Dios revelada en Jesucristo y ahora en las Escrituras. Siendo así, la adoración que agrada a Dios requiere una disciplina diaria en el estudio bíblico. Cuando la adoración se determina por lo que agrada al hombre, desconociendo lo que Dios ha revelado, uno puede estar bien seguro que no agrada a Dios y no será aceptada.[5]



Solo un comentario mas específicamente sobre el Versiculo 24, Dios es Espíritu … le adoran, en espíritu y en verdad: Dios no está limitado por el tiempo y el espacio. Cuando las personas nacen del Espíritu (han nacido de nuevo), pueden tener comunión con Dios en cualquier parte, de hecho, es por eso que, si consideramos el hecho de que la palabra proskuneo de alguna forma implica, que debemos adorar en la presencia visible del objeto adorado, entonces nuestra vida debe por eso ser de adoración, porque Cristo vive en nosotros, lo cual implica que siempre estamos de alguna forma, por fe, en Su presencia y creemos que El esta siempre con nosotros, porque eso dice Su Palabra en Mateo 28:29. Como ya dijimos, Cristo esta convirtiendo aqui la adoración en un asunto del corazón. Aquí, la verdad es específicamente la adoración de Dios mediante Jesucristo. El punto no es dónde adore una persona, sino cómo y a quién.



Un aspecto importantísimo aquí es que solo los hijos de Dios pueden adorarle, es requisito indispensable haber nacido de nuevo, Jesus le dijo a Nicodemos en Juan 3:6, “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.



Solo el creer y aceptar a Jesus nos hace hijos de Dios. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12.



“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”. Galatas 4:6



Tengo 7 años y nunca ví a mi madre no se como será ella. ¿Tendrá mi rostro, será rubia, sus ojos revelaran dulzura? La verdad no se. Al verme al espejo imagino que tengo una madre, ¡¿donde esta ella?!. Mis sentimientos son como el viento perdido, sin rumbo, quisiera sentir sus tiernas manos y susurrar en su oído para decir: ¡te amo ...te amo...!



Esta dramática escena representa al amor ferviente a un ser que no se conoce, rompe la lógica y se aborda en la imaginación de un ser que se desea conocer. Pero en nuestro diario vivir hay personas que dicen conocer a Dios, pero nunca han hablado con él. Algunos han experimentado los favores de Dios, pero se han olvidado de la gratitud.



Dios es un Ser real y busca a sus hijos para desarrollar una relación intima y depositar Su amor, el adorador se desespera de ver a su Padre, no puede vivir sin El, reconoce su grandeza, su alma lo anhela, quiere corresponder su amor. Su corazón esta dispuesto y listo para ser moldeado y permanece atento para cumplir su mandato.



Otro aspecto importante es que, el conocimiento de quien es Dios limitara nuestra adoracion. Si no sabes que el Señor es fiel, ¿Cómo puedes decirle: Señor eres fiel?



El adorador es un hambriento, necesitado de leer y conocer la Palabra de Dios, la Biblia, porque en ella esta impregnado el testimonio de quien es Dios.



Otro aspecto de la adoración verdadera es tener una actitud correcta, clara, honesta y transparente. Con sinceridad, sin mascaras ni hipocresía. Una vida santa atrae la presencia de Dios y el Padre se goza en tener esta comunión derramando sus bendiciones y su santa unción.



“La adoración es la celebración dramática de Dios en su dignidad suprema, de manera que su dignidad se convierta en la norma e inspiración de vivir “(Ralpf Martin, Teologia de la Adoracion)



Muchas personas piensan que pueden adorar a Dios con un estilo de vida indiferente y sin compromiso. Dios no responde positivamente a eso. Si seguimos practicando un estilo de vida pecaminoso o escondemos algún habito que no agrada a Dios, ¿podemos creer que Dios aceptara nuestra adoracion?



Jeremias 14:10-12 dice: “Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados. 11Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien. 12Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia”.



El pasaje de Juan 4:23, nos da a entender que hay adoracion verdadera y hay adoracion falsa.

Isaias 1:11-17 dice: “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.12¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.  15Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda”.



La adoración falsa se hace en ignorancia, sin tomar en cuenta lo que Dios ha enseñado acerca de la adoración. La adoración verdadera se hace basándose en lo que la Palabra de Dios dice acerca de la adoración. La adoración falsa es externa (mundana), siguiendo costumbres y reglas inventadas por hombres, centrada en ciertas actividades. La adoración verdadera es interna (espiritual), centrada en una relación intima y personal con Dios.



La adoración verdadera es un estilo de vida, no es un evento o actividad. La adoración verdadera esta centrada en Dios, no esta centrada en entretener a la gente. Muchos piensan que están adorando a Dios, y en realidad solo están creando un estilo eufórico en si mismos.



1 Samuel 16:7 dice: “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.

El corazón de un adorador es aquel que renuncia a sus beneficios con tal que Dios ocupe el primer lugar. Juan 3:30, “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”.



Veamos un ejemplo bíblico de la veradera adoración en Lucas 7:36-48, dice asi: “36Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.  39Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. 40Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. 41Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? 43Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. 47Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. 48Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados”.



El texto de la Biblia nos muestra a una mujer pecadora y de mala reputación que marcó el camino del arrepentimiento con sus propias lagrimas y desechó su propia gloria para lograr la gloria del Señor a través de un exuberante gesto de adoración.



Esa mujer se atrevió a entrar a una reunión privada para poder ver a Jesucristo aún sin haber sido invitada. Pero no llegó con las manos vacías, traía un frasco de alabastro lleno de perfume.



Llegó silenciosamente postrándose a los pies de Jesús y comenzó a regar con sus lagrimas sus pies y a enjugarlos con sus cabellos.



Esto nos habla de una gran humildad por parte de esa mujer. En aquel tiempo no existían los zapatos sino solo sandalias y muy probablemente los pies de Jesucristo se encontraban empolvados y tal vez hasta manchados con lodo.



No dejaba de besar sus pies y los ungía con el perfume que había traído. A diferencia de Simón quien le preparó una cena a Jesucristo, pero dejó a un lado lo más importante, esta mujer le dio a Jesucristo lo que El realmente desea: nuestra adoración.



Dios no necesita de nuestros servicios religiosos. Él desea nuestra adoración (v.24), y la única adoración que Él acepta es aquella que nace de un espíritu humilde, de un corazón contrito y humillado, de una actitud correcta, de ese corazón que está dispuesto a quebrar su vaso de alabastro en la presencia de Dios.



Jesucristo desea nuestra adoración con verdadera devoción. Desea que nos quebrantemos delante de su presencia y que le busquemos a El y no solo a sus bendiciones.



La verdadera adoración es aquella que no busca la mano del Señor para que nos dé sus bendiciones, sino que busca Su rostro a través de la adoración por encima de todas las cosas.





Veamos otro ejemplo en Apocalipsis 4:10-11, dice asi: “los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”.



El orden que observamos en este pasaje es significativo, lo primero que vemos en el versículo 10 es que todos se postran.



Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono. Esto es lo primero, y siempre viene en primer lugar. La postración nos habla de sumisión hacia Aquel a quien se adora, puesto que encontramos que ellos, se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono.



Es importante que observemos aquí, que primeramente tiene lugar la sumisión, y, en segundo término, el echar las coronas delante del trono.



En los tiempos en que se escribió el Apocalipsis, cuando las legiones romanas vencían a un rey, se le conducía a Roma para que se postrara a los pies del emperador, o bien, se lo ubicaba delante de una gran imagen del César, obligándolo a postrarse delante de ella y a echar su corona a sus pies. Este era un acto de sumisión total, de abdicación ante el emperador. De modo que Juan, en Apocalipsis 4, nos está mostrando dos condiciones básicas de la adoración. La primera es la postración, la sumisión total a Aquel a quien se adora.



La segunda es echar la corona a los pies del adorado.

Ahora bien, ¿cual es el significado de la corona aquí? Atrae la atención hacia quien la porta, lo enaltece, la corona constituye un símbolo de dignidad real. También la corona era usada por los reyes como distintivo de poder y como símbolo de victoria. Por lo tanto, el adorador sincero de Cristo, al echar su corona a los pies del Señor, esta diciendo: “yo deseo que solo Tu seas exaltado, que solo Tu seas glorificado”. Y esto nos habla de un deseo de vivir para la gloria de Cristo y solo la de El.



En el versículo 11 encontramos a los adoradores atribuyendo valor a Aquel que esta sobre el trono, diciéndole que El es digno. Esta es la adoración: La atribución de valor a Aquel a quien se adora.

En este pasaje los adoradores han renunciado a sus coronas y las han echado delante del trono, despojándose de su gloria y diciendo, Tu eres digno de recibir la gloria y solo Tu. Después vienen la honra y el poder.



Gloria, exaltación y honra, es lo que los hombres buscan. Es por eso que al adorar a Jesucristo debemos despojarnos de cualquier aspiración de gloria, de honor o de poder, pues solo El y solo El es digno de ellas.



La verdadera adoración es un acto que trae consecuencias en la vida del hombre. Isaias 6:1-8 dice: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 4Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.  5Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. 6Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. 8Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”.



Podemos decir que lo que determina ser un adorador verdadero es: un corazón ardiente en la búsqueda de Dios y el anhelo de estar con El. No se trata de tener buena voz, o los elementos ceremoniales adecuados.



La verdadera adoración es un asunto del corazón. Es entregar nuestra vida para que brille El y no la arrogancia nuestra. Es reconocer nuestra condición frente al poderío de Dios, lo cual nos obliga a postrarnos delante de El y rodear todo nuestro ser en la correspondencia de Su amor.









Bibliografia



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