sábado, 30 de octubre de 2010

Adoracion verdadera

En varias ocasiones he leído diversos artículos, escritos, notas, comentarios, etc. que llevan como título “La verdadera adoración”, sin embargo en casi todos ellos encuentro algunos detalles que me llaman poderosamente la atención, y es la creencia (yo también la tuve por mucho tiempo) de que adoración es de alguna forma sinónimo de alabar y tiene que ver directamente con alguna situación musical. Otro detalle es la creencia de que la adoracion a Dios se da durante el culto que realizamos en el templo, cantando canciones con ritmo lento, suave, alzando las manos, con los ojos cerrados, derramando algunas lagrimas, cantando cantos que incluyen en sus letras la palabra adorar, postrarse, etc. como: “Quiero llenar tu trono de alabanza, quiero llenar tu trono de adoracion, quiero adorar postrado en tu presencia”, o “Venimos ante ti Señor, para adorate, para exaltarte mi rey”, o “hay una fuente en mi… es un rio de alabanza y de adoracion”, en fin la lista podría ser larguísima. Y por ultimo, que muchos creen que después de cantar esos cantos descritos anteriormente se debe hablar en lenguas porque eso es la “verdadera adoracion”.



No cabe duda que la falta de conocimiento en cualquier esfera conduce a la ignorancia. A los surgimientos de filosofías o mitologías que conducen al error.



El vocablo adoracion hoy en dia, es popular en nuestro lenguaje cristiano, lo usamos envuelto en un disfraz espiritual. Evitando al creyente tener un compromiso y una revelación de Dios en su vida.



Pero una vez mas, yo me pregunto, ¿Por qué siendo la Biblia tan clara sobre este tema de la adoracion, acabamos siempre asegurando y creyendo cosas que no se acercan ni tantito a la verdad bíblica? O ¿Por qué aseguramos y creemos, como si eso fuera todo, algo que no es sino solo una parte de la verdad bíblica?



La verdadera adoración no la define el hombre, la define Dios. Como cristianos tenemos la obligación moral y espiritual de ir a la Biblia que es la fuente de la sabiduría divina, para aprender y entender que es adoración.



Adorar no es una acción determinada, sino el conjunto de varias acciones o actitudes que le dan el sentido real a la misma. Puede verse como un rompecabezas en el que hasta no agregar la última pieza, no estará claro el paisaje o figura. Así es la adoración, los elementos que la forman deben ser agregados en su totalidad, para que sea perfecta.



Adoración es un encuentro con la Majestad de Dios, como resultado de una íntima relación con Él; si somos verdaderos adoradores, nunca abandonaremos la presencia gloriosa de Dios.



Miqueas 6:6-8 dice: “¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? 8Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.



Una primera condición esencial para la adoracion es un conocimiento personal de Dios y sus atributos divinos (lo cual incluye que solo los hijos de Dios pueden adorarle en espíritu y verdad). Una segunda condicion es la sumisión total a El. Una tercera es que sólo Cristo sea glorificado. Estas tres condiciones son importantes de cumplir, sometiéndonos completamente, sin reserva, a Jesucristo como Señor.



La adoración a Dios no se define en un solo pasaje de la Biblia. La adoración está lejos de ser solo lo que acostumbramos cantar en la congregación (ekklesia). Una mirada a las definiciones de las palabras de las cuales se traduce adoracion, nos muestra que la adoración no está ligada a la música, no se limita a expresiones o manifestaciones físicas. La adoración es el conocimiento y reconocimiento directo de los atributos de Dios, de su naturaleza, poder, de sus demandas, sus promesas y sus misericordias, ya sea que lo declaremos por expresiones verbales, por derramamiento del corazón maravillado de su majestuosidad, por acción de gracias, honra u honor, pero especialmente con nuestra forma de vida y por todas las acciones ejecutadas en el transcurso de tal reconocimiento. (Dicc. Vine)



Veamos primero algunas definiciones y comentarios sobre el tema “Adoracion”, asi como algunos versículos que nos hablan sobre esto.



A. Verbos

1. eusebeo (εὐσεβέω, 2151), actuar piadosamente hacia. Se traduce «adoráis» en Hch 17.23.

2. proskuneo (προσκυνέω, 4352), hacer reverencia, dar obediencia a (de pros, hacia, y kuneo, besar). Es la palabra que con más frecuencia se traduce adorar. Se usa de un acto de homenaje o de reverencia: (a) a Dios (p.ej., Mt 4.10; Jn 4.21-24; 1 Co 14.25; Ap 4.10; 5.14; 7.11; 11.16; 19.10(b) y 22.9); (b) a Cristo (p.ej., Mt 2.2,8,11; 8.2; 9.18; 14.33; 15.25; 20.20; 28.9,17; Jn 9.38; Heb 1.6, en una cita de la lxx de Dt 32.43, refiriéndose a la Segunda Venida de Cristo); (c) a un hombre (Mt 18.26); (d) al dragón, por parte de los hombres (Ap 13.4); (e) a la bestia, su instrumento humano (Ap 13.15; 14.11; 16.12); (g) a demonios (Ap 9.20); (h) a ídolos (Hch 7.43).

3. sebo (σέβω, 4576), reverenciar, acentuando el sentimiento de maravilla o de devoción. Se usa de adorar: (a) a Dios (Mt 15.9; Mc 7.7; Hch 16.14; 18.7,13); (b) a una diosa (Hch 19.27).

4. sebazomai (σεβάζομαι, 4573), similar al Nº 3, honrar religiosamente. Se usa en Ro 1.25 (rvr), «honrando» (rvr77) y «adorando» (vm).

5. latreuo (λατρεύω, 3000), servicio, dar servicio u homenaje religioso. Se traduce como adorar en Flp 3.3 en la vm.

B. Nombre

proskunetes (προσκυνητής, 4353), similar a A, Nº 2, aparece en Jn 4.23.¶[1]



Acto mediante el cual se expresa reverencia, respeto, honor, amor y obediencia a Dios. En el AT se utiliza la palabra shachah para indicar esa actitud, con la connotación de “postrarse”, “arrodillarse”, “inclinarse”. En el NT el término es proskusneo, que es reverenciar a una persona. Usualmente el adorante baja “la cabeza hacia el suelo” (Éx. 34:8) o se postra en tierra (Job 1:20; Sal. 95:6), por lo cual muchas veces se usa la palabra “inclinarse” como equivalente a a. (Éx. 20:5; 2 R. 5:18). Pero el acto físico de inclinar el cuerpo puede tener otro sentido, como súplica a una persona (Gn. 23:7–12), o simple reverencia ante un rey (1 S. 24:8–9). Para que exista adoración es imprescindible una actitud del corazón que reconoce en el objeto de la adoración el carácter de soberano señor y dueño, como en el Sal. 99, donde se comienza reconociendo la grandeza de Dios: “Jehová reina.... Él está sentado sobre los querubines.... Jehová en Sion es grande y exaltado sobre todos los pueblos”, etcétera. Y luego se reclama la a.: “Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante su santo monte”.[2]



Culto o reverencia que se rinde a Dios por sus obras (Sal 92.1–5) y por ser quien es (Sal 100.1–4). Se expresa mediante → Oración (Gn 12.8; Neh 9), → Sacrificio (Gn 8.20), → Ofrenda (Gn 4.3, 4; 1 S 1.3; Dt 26.10; 1 Cr 16.29); → Alabanza (2 Cr 7.3; Sal 29.1, 2; 86.9; 138.1, 2), → Canto (Sal 66.4), ritos (Éx 12.26, 27), meditación (Sal 63.5, 6), → TEMOR (Sal 96.9), → Ayuno (Neh 9.1–3; Lc 2.37), → Fiesta y → Acción de gracias (2 Cr 30.21, 22), y sobre todo inclinación (Sal 95.6; 1 Cr 29.20) y servicio (Dt 11.13; Jos 22.27). Estos dos últimos conceptos se expresan en hebreo y en griego con palabras que también significan «adoración» (Dt 6.13; 10.12, 13; 2 R 5.18; cf. Mt 4.10; Ro 12.1), de modo que no se distingue entre «servir» y «adorar» ni entre «inclinarse» y «adorar».

La adoración externa y cultual debe nacer de una actitud interna (Is 29.13), que a su vez se expresa en obediencia y una vida dedicada por entero al servicio de Dios (1 S 15.22, 23; Miq 6.6–8; cf. Stg 1.27). El adorador debe ser bueno y justo (Sal 15; Am 5.21–26) para que su adoración sea aceptada (Sal 50.7–23; Is 1.11–20; cf. Mt 5.23, 24 y Jn 4.23), además de sincero (Sal 51.16–19).[3]



A. Las palabras implicadas

1. Proskuneo. Esta palabra primaria en denotar adoración está relacionada con la idea de besar (como en besar la tierra para honrar las deidades de la tierra); llegó, pues, a connotar el postrarse en reverencia. Esto demostraba que el adorador consideraba al objeto, digno de ofrecerle aquello que le estaba ofreciendo. Aun la palabra en inglés “worship” (una forma achicada de la palabra “worthship” —dignidad) significa atribuirle valor al objeto adorado. Nuestro Señor usó esta palabra en Su declaración clásica sobre la adoración en Juan 4:24. Con relación a la iglesia la palabra solamente aparece en 1 Corintios 14:25, y allí se refiere a la adoración de un no creyente que entra en la asamblea. Posiblemente se evitó el uso de este término al describir la adoración de la iglesia primitiva debido a su asociación con los ritos paganos, y la idea de que la adoración proskuneo se hacía en la presencia visible del objeto adorado. Quizás esto explique por qué la mayoría de las veces la hallamos en los Evangelios y en Apocalipsis (tanto en relación con la adoración verdadera como con la falsa, pero en la presencia del objeto adorado). No obstante, la idea de postrarse en reverencia ante el objeto adorado sigue siendo una faceta legítima de la adoración cristiana.

2. Latreo. Esta palabra altamente significativa comunica la idea de que la adoración es servicio sacerdotal. La vida del creyente en su totalidad debe ser de servicio-adoración (Romanos 12:1); la oración refleja esta clase de adoración (Hechos 13:2; Romanos 1:10); la palabra aparece varias veces relacionada con la acción de dar (15:27; 2 Corintios 9:12); y entonces el ministerio general del Evangelio es servicio-adoración (Romanos 15:16; Filipenses 3:3). Es posible que el hecho de que se use esta palabra en vez de la primera con respecto a la adoración del creyente, se deba simplemente a que, puesto que Cristo no es visible hoy en día, nuestra adoración ha de demostrarse en servicio.



B. El concepto

La adoración de la iglesia, entonces, consiste en servicio individual, corporal, público y privado para el Señor, lo cual se produce por reverencia y sumisión a Quien es completamente digno.[4]



Podriamos entonces, después de conocer lo anterior, decir que:

La verdadera adoración involucra una entrega total, entera de nosotros a Dios; adorar es decirle a Dios que lo amamos con toda nuestra vida. En el hogar, con nuestros Padres, Familia, En la Iglesia, en La escuela, El trabajo, En el Noviazgo. Se trata de poner a Dios en primer lugar. Por sobre todas las cosas. Es pedirle que nos ayude a amarlo, con todo el corazón, con toda nuestra mente, alma, ser. TODO.



La adoración a Dios a través de nuestros padres, es honrarlos, obedeciendo, tratándolos bien, sirviendo en el hogar, tratando bien a tus hermanos, ayudando a tu mamá y papá en el hogar.



En la Iglesia: Cuando estamos en obediencia a los pastores, pues estos cuidan de nosotros, y Dios quiere que nos sujetemos a éllos, y el sujetarnos a ellos lo agrada a El. Cuando nos comprometemos con algún ministerio, y somos fieles a Dios en ese servicio, en el sentido de estar en santidad, obedientes a su Palabra y leales con los hermanos. Cuando limpiamos la casa de Dios, cuando ayudamos a los hermanos en alguna tarea, o situación personal, cuando damos un consejo, cuando aprendemos a depender de Dios.



En la escuela o el trabajo: Cuando somos integros, es decir, lo que somos en la Iglesia, aquí también, como nos comportamos en la iglesia, aquí tambien. Cuando no nos dejamos intimidar por lo que digan los demás para cumplirle a Dios, para hacer lo que El nos dice en Su Palabra. Cuando no mentimos. Cuando ayudamos al prójimo. Cuando predicamos la palabra. Cuando damos testimonio de que Jesús esta en nuestra vida.



En el Noviazgo: Cuando involucramos a Dios en nuestra relación, para cada decisión que queramos tomar. Cuando hay respeto. Cuando hay amor, Cuando hay tolerancia. Cuando sabemos esperar en todo tiempo que se haga la voluntad de Dios. Cuando resistimos al Diablo cuando la carne es débil. Cuando le dedicas mas tiempo a Dios que a tu novi@. Cuando oran juntos. Cuando ayunan juntos. Cuando nos comunicamos. Cuando queremos mejorar. Cuando obedecemos lo que dice la Palabra de Dios.



En el matrimonio: Cuando hacemos a Dios el Señor de nuestra relación, poniéndolo siempre en primer lugar, cuando amamos a nuestra esposa, la cuidamos, la sustentamos, la respetamos, cuando respetamos a nuestro esposo, cuando nos sujetamos a el, cuando aceptamos y reconocemos que el es la cabeza del hogar, cuando buscamos aprender de Su Palabra juntos, cuando oramos juntos, cuando buscamos de Su consejo para resolver los conflictos o las diferencias, cuando buscamos Su voluntad para nuestro matrimonio caminando en obediencia a Su Palabra.



Adorar a Dios es mucho más que cantarle, es entregarle por completo cada una de las áreas de nuestra vida y dejar que sea El quien ponga cada cosa en su lugar. Es dejarnos guiar por Su Presencia. Es saber esperar las respuestas de Dios. Es levantarte cuando has caído. Es cantarle aun cuando te sientes mal. Es saber que aunque a veces Dios esta en silencio, esta trabajando. Es confiar en Dios cuando las situaciones se presentan muy difíciles, y parece que no pudieras resistir. Es entregarle todas tus cargas, para no estar angustiado. Es clamar el salmo 23 cuando sientes que te faltan las fuerzas y sientes que te vas a morir. Es recordar que todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Filipenses 4:13). Y que el poder de Dios, se perfecciona en mi debilidad. Es saber que Dios cumple sus promesas. Es clamar a él. Es reconocerlo cuando llegas al lugar donde querías estar. Es pedirle que te fortalezca. Es deleitarse en Jehová. Cuando oramos en todo tiempo.



Uno de los pasajes mas usados cuando se trata de hablar de “la verdadera adoracion” es Juan 4, en el cual encontramos la conversación de Jesus con la Samaritana. Veamos todo el texto:



Juan 4:7-26, “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. 8Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. 9La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.  10Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. 11La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? 12¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? 13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 15La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.

16Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. 17Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; 18porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. 19Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. 20Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. 21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. 23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. 25Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 26Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo”.



Los versículos clave aquí son: “21Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. 22Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.23Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.



Veamos porque.



Jesús le informa a la mujer Samaritana que con su venida a este mundo y su muerte en la cruz, Dios ya no tendría un lugar especifico en esta tierra para la adoración como lo fue en los tiempos antes de Jesucristo. Ahora todos los que creen en el Señor Jesucristo pueden adorar a Dios en todo tiempo y en cualquier lugar.

Aunque su cuerpo pueda encontrarse en una cárcel, en un calabozo o en cualquier otro lugar incómodo, su espíritu puede acercarse a Dios en el santuario celestial a través de la fe. Jesucristo le dijo a la mujer que desde ese momento en adelante la adoración al Padre sería en espíritu y en verdad.



Con la llegada de Jesús, el Mesías de Dios, se inició el reino del cielo que sería esencialmente un reino nuevo y espiritual. La hora que vendría (v. 23) ya llegó y con su llegada se inició una nueva era. En un sentido la nueva era sería la continuación de la anterior; por ejemplo, es el mismo Dios y es su plan eterno que sigue desarrollándose. Pero, en otro sentido, sería una que era radicalmente nueva y esa novedad estaba centrada en la persona de Jesucristo. Los verdaderos adoradores adorarán al Padre implica que había adoradores que no eran verdaderos, es decir, que no agradaban a Dios en su adoración. Los que agradan a Dios le adoran en espíritu, lo cual significa que la adoración surge y se expresa por medio del espíritu humano. Esta adoración nace en el recinto más interior del alma y se rinde a Dios como un servicio espiritual (Rom. 1:9; 12:1). Ciertamente el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad y nos guía en la adoración (Rom. 8:26), pero espíritu aquí se refiere al espíritu humano. Lo exterior y lo material pueden facilitar la adoración, pero lo que importa a Dios es la condición del corazón y espíritu del adorador. Templos y lugares “sagrados”, como Jerusalén y Gerizim, juntamente con los utensilios, altares y ritos religiosos, no son esenciales para la adoración que agrada a Dios. Inclusive, todo esto puede distraer de la verdadera adoración. Verdad en el NT se refiere a lo que es realidad en contraste con la mera apariencia o a lo opuesto a la falsedad. La verdad es un atributo esencial de Dios y Jesús pudo decir “yo soy… la verdad” (14:6). Además, en el AT el término llevaba el sentido de fidelidad, confiabilidad y seguridad. En este contexto, Jesús se refería a la revelación de Dios que se manifestó principalmente en la persona de su Hijo. Para nosotros, verdad es la revelación de la persona de Dios y de su voluntad para el hombre y ésta se encuentra en la Biblia. Para agradar a Dios en la adoración, uno debe conocerle tal cual se revela en la Biblia y debe saber cuál es su voluntad general y particular.

Porque también el Padre busca a tales que le adoren. Esta frase presenta un concepto completamente nuevo de Dios. Los dioses paganos esperaban pasivamente que sus súbditos se acercasen para rendirles culto, pero el Dios revelado en las Escrituras sale buscando de entre la humanidad una clase particular de adoradores, los que adoran en espíritu y en verdad.

En el v. 24 se repite lo expresado arriba, pero se agrega una explicación por la demanda de adoración en espíritu y en verdad. La naturaleza de Dios, que es espíritu, determina la clase de adoración que le agrada. La segunda lección de Jesús sobre la adoración que agrada al Altísimo es que debe realizarse de acuerdo con la naturaleza de Dios, es decir, en espíritu y en verdad, pues Dios es ambas cosas. La adoración es un asunto del corazón, de comunicación entre el espíritu del hombre y el Espíritu de Dios, basado en la verdad de Dios revelada en Jesucristo y ahora en las Escrituras. Siendo así, la adoración que agrada a Dios requiere una disciplina diaria en el estudio bíblico. Cuando la adoración se determina por lo que agrada al hombre, desconociendo lo que Dios ha revelado, uno puede estar bien seguro que no agrada a Dios y no será aceptada.[5]



Solo un comentario mas específicamente sobre el Versiculo 24, Dios es Espíritu … le adoran, en espíritu y en verdad: Dios no está limitado por el tiempo y el espacio. Cuando las personas nacen del Espíritu (han nacido de nuevo), pueden tener comunión con Dios en cualquier parte, de hecho, es por eso que, si consideramos el hecho de que la palabra proskuneo de alguna forma implica, que debemos adorar en la presencia visible del objeto adorado, entonces nuestra vida debe por eso ser de adoración, porque Cristo vive en nosotros, lo cual implica que siempre estamos de alguna forma, por fe, en Su presencia y creemos que El esta siempre con nosotros, porque eso dice Su Palabra en Mateo 28:29. Como ya dijimos, Cristo esta convirtiendo aqui la adoración en un asunto del corazón. Aquí, la verdad es específicamente la adoración de Dios mediante Jesucristo. El punto no es dónde adore una persona, sino cómo y a quién.



Un aspecto importantísimo aquí es que solo los hijos de Dios pueden adorarle, es requisito indispensable haber nacido de nuevo, Jesus le dijo a Nicodemos en Juan 3:6, “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.



Solo el creer y aceptar a Jesus nos hace hijos de Dios. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12.



“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!”. Galatas 4:6



Tengo 7 años y nunca ví a mi madre no se como será ella. ¿Tendrá mi rostro, será rubia, sus ojos revelaran dulzura? La verdad no se. Al verme al espejo imagino que tengo una madre, ¡¿donde esta ella?!. Mis sentimientos son como el viento perdido, sin rumbo, quisiera sentir sus tiernas manos y susurrar en su oído para decir: ¡te amo ...te amo...!



Esta dramática escena representa al amor ferviente a un ser que no se conoce, rompe la lógica y se aborda en la imaginación de un ser que se desea conocer. Pero en nuestro diario vivir hay personas que dicen conocer a Dios, pero nunca han hablado con él. Algunos han experimentado los favores de Dios, pero se han olvidado de la gratitud.



Dios es un Ser real y busca a sus hijos para desarrollar una relación intima y depositar Su amor, el adorador se desespera de ver a su Padre, no puede vivir sin El, reconoce su grandeza, su alma lo anhela, quiere corresponder su amor. Su corazón esta dispuesto y listo para ser moldeado y permanece atento para cumplir su mandato.



Otro aspecto importante es que, el conocimiento de quien es Dios limitara nuestra adoracion. Si no sabes que el Señor es fiel, ¿Cómo puedes decirle: Señor eres fiel?



El adorador es un hambriento, necesitado de leer y conocer la Palabra de Dios, la Biblia, porque en ella esta impregnado el testimonio de quien es Dios.



Otro aspecto de la adoración verdadera es tener una actitud correcta, clara, honesta y transparente. Con sinceridad, sin mascaras ni hipocresía. Una vida santa atrae la presencia de Dios y el Padre se goza en tener esta comunión derramando sus bendiciones y su santa unción.



“La adoración es la celebración dramática de Dios en su dignidad suprema, de manera que su dignidad se convierta en la norma e inspiración de vivir “(Ralpf Martin, Teologia de la Adoracion)



Muchas personas piensan que pueden adorar a Dios con un estilo de vida indiferente y sin compromiso. Dios no responde positivamente a eso. Si seguimos practicando un estilo de vida pecaminoso o escondemos algún habito que no agrada a Dios, ¿podemos creer que Dios aceptara nuestra adoracion?



Jeremias 14:10-12 dice: “Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados. 11Me dijo Jehová: No ruegues por este pueblo para bien. 12Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia”.



El pasaje de Juan 4:23, nos da a entender que hay adoracion verdadera y hay adoracion falsa.

Isaias 1:11-17 dice: “¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos.12¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas.  15Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. 16Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; 17aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda”.



La adoración falsa se hace en ignorancia, sin tomar en cuenta lo que Dios ha enseñado acerca de la adoración. La adoración verdadera se hace basándose en lo que la Palabra de Dios dice acerca de la adoración. La adoración falsa es externa (mundana), siguiendo costumbres y reglas inventadas por hombres, centrada en ciertas actividades. La adoración verdadera es interna (espiritual), centrada en una relación intima y personal con Dios.



La adoración verdadera es un estilo de vida, no es un evento o actividad. La adoración verdadera esta centrada en Dios, no esta centrada en entretener a la gente. Muchos piensan que están adorando a Dios, y en realidad solo están creando un estilo eufórico en si mismos.



1 Samuel 16:7 dice: “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.

El corazón de un adorador es aquel que renuncia a sus beneficios con tal que Dios ocupe el primer lugar. Juan 3:30, “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”.



Veamos un ejemplo bíblico de la veradera adoración en Lucas 7:36-48, dice asi: “36Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.  39Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. 40Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. 41Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? 43Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. 47Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. 48Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados”.



El texto de la Biblia nos muestra a una mujer pecadora y de mala reputación que marcó el camino del arrepentimiento con sus propias lagrimas y desechó su propia gloria para lograr la gloria del Señor a través de un exuberante gesto de adoración.



Esa mujer se atrevió a entrar a una reunión privada para poder ver a Jesucristo aún sin haber sido invitada. Pero no llegó con las manos vacías, traía un frasco de alabastro lleno de perfume.



Llegó silenciosamente postrándose a los pies de Jesús y comenzó a regar con sus lagrimas sus pies y a enjugarlos con sus cabellos.



Esto nos habla de una gran humildad por parte de esa mujer. En aquel tiempo no existían los zapatos sino solo sandalias y muy probablemente los pies de Jesucristo se encontraban empolvados y tal vez hasta manchados con lodo.



No dejaba de besar sus pies y los ungía con el perfume que había traído. A diferencia de Simón quien le preparó una cena a Jesucristo, pero dejó a un lado lo más importante, esta mujer le dio a Jesucristo lo que El realmente desea: nuestra adoración.



Dios no necesita de nuestros servicios religiosos. Él desea nuestra adoración (v.24), y la única adoración que Él acepta es aquella que nace de un espíritu humilde, de un corazón contrito y humillado, de una actitud correcta, de ese corazón que está dispuesto a quebrar su vaso de alabastro en la presencia de Dios.



Jesucristo desea nuestra adoración con verdadera devoción. Desea que nos quebrantemos delante de su presencia y que le busquemos a El y no solo a sus bendiciones.



La verdadera adoración es aquella que no busca la mano del Señor para que nos dé sus bendiciones, sino que busca Su rostro a través de la adoración por encima de todas las cosas.





Veamos otro ejemplo en Apocalipsis 4:10-11, dice asi: “los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”.



El orden que observamos en este pasaje es significativo, lo primero que vemos en el versículo 10 es que todos se postran.



Los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono. Esto es lo primero, y siempre viene en primer lugar. La postración nos habla de sumisión hacia Aquel a quien se adora, puesto que encontramos que ellos, se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono.



Es importante que observemos aquí, que primeramente tiene lugar la sumisión, y, en segundo término, el echar las coronas delante del trono.



En los tiempos en que se escribió el Apocalipsis, cuando las legiones romanas vencían a un rey, se le conducía a Roma para que se postrara a los pies del emperador, o bien, se lo ubicaba delante de una gran imagen del César, obligándolo a postrarse delante de ella y a echar su corona a sus pies. Este era un acto de sumisión total, de abdicación ante el emperador. De modo que Juan, en Apocalipsis 4, nos está mostrando dos condiciones básicas de la adoración. La primera es la postración, la sumisión total a Aquel a quien se adora.



La segunda es echar la corona a los pies del adorado.

Ahora bien, ¿cual es el significado de la corona aquí? Atrae la atención hacia quien la porta, lo enaltece, la corona constituye un símbolo de dignidad real. También la corona era usada por los reyes como distintivo de poder y como símbolo de victoria. Por lo tanto, el adorador sincero de Cristo, al echar su corona a los pies del Señor, esta diciendo: “yo deseo que solo Tu seas exaltado, que solo Tu seas glorificado”. Y esto nos habla de un deseo de vivir para la gloria de Cristo y solo la de El.



En el versículo 11 encontramos a los adoradores atribuyendo valor a Aquel que esta sobre el trono, diciéndole que El es digno. Esta es la adoración: La atribución de valor a Aquel a quien se adora.

En este pasaje los adoradores han renunciado a sus coronas y las han echado delante del trono, despojándose de su gloria y diciendo, Tu eres digno de recibir la gloria y solo Tu. Después vienen la honra y el poder.



Gloria, exaltación y honra, es lo que los hombres buscan. Es por eso que al adorar a Jesucristo debemos despojarnos de cualquier aspiración de gloria, de honor o de poder, pues solo El y solo El es digno de ellas.



La verdadera adoración es un acto que trae consecuencias en la vida del hombre. Isaias 6:1-8 dice: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 4Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.  5Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. 6Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. 8Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí”.



Podemos decir que lo que determina ser un adorador verdadero es: un corazón ardiente en la búsqueda de Dios y el anhelo de estar con El. No se trata de tener buena voz, o los elementos ceremoniales adecuados.



La verdadera adoración es un asunto del corazón. Es entregar nuestra vida para que brille El y no la arrogancia nuestra. Es reconocer nuestra condición frente al poderío de Dios, lo cual nos obliga a postrarnos delante de El y rodear todo nuestro ser en la correspondencia de Su amor.









Bibliografia



lxx Septuaginta







rvr Reina Valera Revisada (1960)





rvr77 Reina Valera (revisión de 1977)

[1]Vine, W.E.: Vine Diccionario Expositivo De Palabras Del Antiguo Y Del Nuevo Testamento Exhaustivo. electronic ed. Nashville : Editorial Caribe, 2000, c1999





AT Arameo





NT Nuevo Testamento





[2]Lockward, Alfonso: Nuevo Diccionario De La Biblia. Miami : Editorial Unilit, 2003, S. 23





[3]Nelson, Wilton M. ; Mayo, Juan Rojas: Nelson Nuevo Diccionario Ilustrado De La Biblia. electronic ed. Nashville : Editorial Caribe, 2000, c1998





[4]Ryrie, Charles Caldwell: Teologı́a Básica. Miami : Editorial Unilit, 2003, S. 491





[5]Bartley, James ; Patterson, Juan B ; Wyatt, Joyce Cope ; Editorial Mundo Hispano (El Paso, Tex.): Comentario Bı́blico Mundo Hispano Juan. 1. ed. El Paso, TX : Editorial Mundo Hispano, 2004, S. 123

sábado, 25 de septiembre de 2010

!!!ADVERTENCIA!!!

Por: Stephen O. Searfoss

Quizas de las epístolas más preciosas e íntimas son las dos cartas que Pablo escribe a Timoteo, a quien llama mi verdadero hijo. En estas cartas Pablo esta preparando a Timoteo para hacer y seguir el ministerio que Dios les había dado.

Pablo le esta indicando que cosas debe hacer y que cosas no debe hacer para ser un buen servidor de Cristo Jesús. “Si enseñas estas cosas a los hermanos, serás un buen servidor de Cristo Jesús, nutrido con las verdades de la fe y de la buena enseñanza que paso a paso has seguido.” 1 Timoteo 4:6

¿Cuales son “estas cosas” a las que hace referencia Pablo?

Bueno, en el versículo uno empieza este capítulo diciendo “El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas.” 1 Timoteo 4:1 Podemos ampliar el significado de “estas cosas” viendo todo este capítulo o inclusive esta epístola. Pero el énfasis en el versículo uno es ¡¡“algunos abandonarán la fe”!! Para no poner palabras en la boca de Pablo, lo que dice es que había algunos que estando en un posición de “no abandono” de la fe van a pasar a un estado de “abandonar la fe”. Si leemos toda las epístola podemos ver que Pablo esta usando la palabra “fe” para referirse a todo lo que vive, aprecia y cree el cristiano.

Ahora este tipo de advertencia no es muy aceptado por la mayoría de los creyentes hoy en día. De hecho hay dos frases muy populares y generalmente aceptadas que dicen algo asi: “Una vez que eres salvo siempre serás salvo” o “La salvación no se pierde”. Generalmente hoy en día estamos dando consuelo y seguridad incondicional con estas frases en vez de dar el grito de alarma y advertencia como los hace Pablo en este pasaje.

Es importante notar que estas dos frases: “Una vez que eres salvo siempre serás salvo” o “La salvación no se pierde” no son versículos bíblicos. Pon por favor mucha atención en lo que voy a decir aqui. Estas dos frases no son bíblicos en el sentido de que el Espíritu Santo jamas inspiro a ninguno de los autores del Nuevo Testamento para expresar con las palabras de estas dos frases una enseñaza para nosotros. ¿Queda claro? Hay versículos de seguridad y consuelo en el Nuevo Testamento, sin lugar a dudas, pero expresados con otras palabras, no con las palabras de estas dos frases.

Cuando tenemos una doctrina 100% bíblica, basta citar textualmente uno o más textos de la misma Palabra de Dios para recordar o afirmar tal doctrina. Por el contrario debemos tener cuidado cuando necesito usar otras palabras para “reexpresar” lo que pienso que es la enseñanza de la escritura.

Veamos esto en la práctica. ¿Cuando Pablo dice que “algunos abandonarán la fe” esta diciendo que fueron salvos y ahora ya no son salvos? Bueno, se puede decir que en este pasaje el Espíritu Santo no le ha dirigido a hablarnos en esos términos o con esas palabras. Pero como hice notar arriba si comunica algo claro, seguro y cierto que es que había algunos que estando en un posición de “no abandono” de la fe van a pasar a un estado de “abandonar la fe”. Esto es lo que nos debe advertir y preocupar y no el tratar de alegar aquí otros términos y palabras como son las frases populares “no bíblicos” citados arriba. Claro que enriquecemos nuestro entendimiento al ver este versículo en conjunto con todos los demás pasajes de la Palabra.

Hay una lógica que lleva a argumentar la seguridad incondicional de la salvación. Pablo mismo ha expresado bajo inspiración del Espíritu Santo esto: “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.” Efesios 2:8-9. Esta lógica dice que ya que somos salvos por gracia y no por obras, no hay nada que podemos hacer para perder nuestra salvación. Pablo no esta siguiendo la lógica para escribir su epístola a Timoteo, ¡gracias a Dios! Pablo dice en el pasaje citado “El Espíritu dice claramente”. ¿Entonces queremos seguir lo que la lógica dice para siempre dar consuelo y seguridad incondicional? O ¿Queremos poner atención a lo que “El Espíritu dice claramente” en este caso que “algunos abandonarán la fe”?

Dejame ser claro y honesto. Si no fuera por la gracia de Dios yo jamas hubiera sido salvo. Si no fuera por la gracia de Dios yo jamas hubiera participado de la fe que habla Pablo. Si no fuera por la gracia de Dios, yo hubiera abandonado la fe en muchas ocasiones y sin regresar a la fe. No es por obras.

No se trata aquí tampoco de una discusión necia de que mis versículos valen más que tus versículos. No trato de decir que los pasajes de advertencia en la Biblia valen más que los pasajes de seguridad y consuelo. ¡No! Jesús dijo, “Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar.” Juan 10:28-29 Gracias a Dios que Jesús nos da la vida eterna, que nunca vamos a perecer y que nadie nos puede arrebatar de la mano de Jesús ni del Padre.

Lo que trato de hacer es balancear nuestra compresión de la escritura y hacer notar que junto con los pasajes de consuelo hay pasajes de advertencia. No sólo de Pablo, sino Jesús mismo quizas nos dió la mayor advertencia.

‘»No todo el que me dice: “Señor, Señor” , entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” ‘Mateo 7:21-23

Entonces Jesús mismo nos da consuelo y a la vez nos advierte. (Es interesante notar que al darnos consuelo habla de lo que Él y él Padre hacen y al advertirnos habla de lo que nosotros decimos y pensamos.) Este es el tipo de balance que estoy tratando lograr en nuestra compresión y enseñanza de la Palabra.

Veamos lo que Jesús enseña como advertencia. ‘No todo el que me dice: “Señor, Señor” , entrará en el reino de los cielos’. Pone el caso de “muchos” no pocos, que le dicen a Jesús “Señor, Señor”. ¿Sería esto el equivalente de decir yo soy cristiano? Son personas que dicen Jesús es mi Señor. Normalmente diríamos, ¡ah! Este es un cristiano, juzgando por las apariencias. Pero estas personas no sólo dicen que Jesús es Señor, sino que “profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros”. Impresionante. Otra vez en base a su dicho nosotros diríamos esos son “super cristianos”. Perdemos el valor de este pasaje cuando solo lo usamos para aplicarselo a otros. Me he puesto a pensar acerca de los muchos en este pasaje. ¿Que estaban pensando realmente ellos? ¿Pensaban realmente, con toda sinceridad para ellos mismos que eran super cristianos? ¿Su grande ego les hizo perder contacto con la realidad? ¿O sabían que todo era una actuación una imágen que proyectaban porque les convenía? ¿Pensaban que toda la vida habían engañado a los demás y ahora no les quedaba otra que ver si podían engañar al mismo Jesús?

Jesús deja muy en claro la posición de estos muchos, “Jamás los conocí”. Para efectos de doctrina podemos ver que jamás fueron cristianos, no perdieron una salvación, jamás lo tuvieron. Pero a nivel práctico, es probable que pensaban que si eran cristianos y probable que muchos otros también pensaban que eran cristianos. La parábola del trigo y la cizaña nos indica que probablemente en cada iglesia, cada domingo, en las bancas y quizás hasta en el púlpito hay personas que piensan que son cristianos, que hasta podrían parecer super cristianos, que quizás tengan un ego desenfrenado pero que en realidad jamas, nótese bien, han sido conocidos por nuestro Señor Jesucristo. ¿Que diríamos de los muchos que ya no “necesitan” congregarse? He allí la necesidad de predicar advertencias como esta de Jesús, como la de Pablo. El solo predicar consuelo y seguridad incondicional solo va a dormir a estos muchos en su camino a la declaratoria “¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!”

Asi que te invito a considerar hoy tu relación con Jesús. ¿Estas confiando sólo en promesas de consuelo incondicional? ¿Tienes ríos de agua viva fluyendo de tu interior? O ¿Estas en piloto automático confiando sólo en algo que hicistes o profesastes hace bastante tiempo?

Mi intención no es condenar sino invitar a llegar por primera vez o regresar a la fe en el sentido que lo usa Pablo. ¿Quieres ser conocido por Jesús? Creo que la oración del salmista es un buen inicio, “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.” Salmos 139:23-24 ¿Puedes orar esto con todo el corazón hoy?

Como pastor a menudo me toca hablar en un funeraria, en un panteón o en un culto memorial cuando alguien ha partido a su juicio ante Dios. Ahora bien un pastor no puede decir nada para enviar alguien al cielo ni al infierno. Pero, ¿que debe decir un pastor ante la memoria vaga de alguien que pocas veces se gozaba de comunión con otros creyentes, no se esforzo por mostrar el amor de Dios a los necesitados ni era una lampara encendida para que otros conocieran al Señor? ¿Que era un amante del cine? ¿Que era un golfista sobresaliente? ¿Que debemos entender sus adulterios?

Todos estamos en el camino a la eternidad. Es por eso que oro sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno.

Esteban

P.D. El tema de los pasajes de advertencia es grande. Este solo ha sido una introducción a este tema.

viernes, 9 de julio de 2010

La esperanza del miserable

¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? ¡Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro! Romanos 7.24–25

Lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que detesto, eso hago… no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. (Ro 7.15, 20).

¿Quién de nosotros no se ha sentido identificado con la descripción tan acertada que hace Pablo de la lucha que tenemos con el pecado? Leemos este pasaje y no podemos evitar exclamar: ¡ese soy yo! Este es el calvario diario de nuestra existencia. Nuestro espíritu anhela todo aquello que es bueno y puro; pero nuestro cuerpo está gobernado por una ley que, en ocasiones, parece indomable. A cada rato sentimos las insinuaciones seductoras del pecado, invitándonos a caminar por el camino que aborrecemos. ¡Miserable de nosotros!
La pregunta del apóstol, ¿quién nos librará de este cuerpo de muerte?, no es tanto una pregunta teológica como la frustrada exclamación de quien se siente agobiado por la constante lucha con la carne. Esta pregunta refleja su agonía personal.
Debemos prestar mucha atención a la respuesta, pues en ella encontramos la libertad que tanto anhelamos. La solución a nuestra lucha no es un programa sino una persona: CRISTO JESUS. Esto contradice toda nuestra formación, pues somos parte de un pueblo que ha construido su existencia sobre «el hacer». Nuestra filosofía privilegia el movimiento y la acción decisiva, sobre la pasividad y la quietud. Cuando se nos presenta un desafío, nos informamos acerca de las formas más eficaces de hacerle frente y luego intentamos avanzar confiadamente hacia la conquista del problema. Creemos que la cuota indicada de esfuerzo y perseverancia harán que los obstáculos desaparezcan. En muchas esferas de la vida ocurre así. Mas el pecado no se resuelve con ningún programa, tampoco cede frente a los persistentes embates de la disciplina. El pecado es una realidad que no podemos vencer.
¿Quién nos puede librar? ¡Cristo Jesús, Señor nuestro! ¿Cómo lo hace? ¡No sabemos!, pero él es la solución para nuestra lucha. Una vez más viene a nuestra mente la imagen de Cristo agonizando en Getsemaní. Su lucha es la nuestra: el espíritu quería someterse a la voluntad del Padre, pero la carne se rebelaba contra este deseo. ¿Cómo solucionó su dilema? Buscó el rostro del Padre. No vemos ninguna manifestación física del Espíritu en esta escena. No somos testigos de ningún accionar dramático en la vida de Cristo. Solamente lo podemos observar derramando su dilema delante del Padre. Luego de volver por tercera vez, su lucha terminó. La paz se había instalado en su interior. La carne se había sujetado al Espíritu.
Quizás es lo misterioso del proceso lo que crea en nosotros una resistencia a aceptar una solución tan sencilla. Sin embargo, no podemos escapar de esta realidad. La exhortación de la Palabra es que le busquemos a él. No pongamos nuestra esperanza en un programa de cinco pasos fáciles, ni en un libro, ni tampoco en un curso. ¿Quién puede librarnos? ¡Gracias a Dios, por Jesucristo, Señor nuestro!

¿Qué siente cuando hace lo que no quiere? ¿Qué pasos da para solucionarlo? ¿Cómo participa Cristo de esta solución?

miércoles, 7 de julio de 2010

Pastores, no señores

Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros… no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. 1 Pedro 5.2–3

Entre los problemas que más frecuentemente anulan el ministerio del pastor está la tendencia a confundir la responsabilidad pastoral con un llamado a adueñarse de la vida de los miembros del cuerpo de Cristo. Probablemente esta postura sea la que más ha contribuido a frenar los proyectos del reino y a dañar profundamente la vida espiritual de los hijos de Dios.
El pasaje que leimos contiene un llamado a apacentar la grey de Dios. La palabra «apacentar» comunica el concepto de bondad, ternura y tranquilidad. Quien ha tenido la oportunidad de observar a un pastor de ovejas habrá notado que, de todos los trabajos que involucran el cuidado de animales, este es el que requiere mayor mansedumbre y sosiego. La oveja es un animal indefenso que fácilmente se mete en problemas. El buen pastor la conduce con un espíritu apacible y contagia al animal su propio comportamiento lento y pausado. Los movimientos violentos y agresivos tienden a espantar al rebaño.
A modo de aclaración, el apóstol Pedro específicamente instruye a los ancianos a que no se enseñoreen de la grey. El diccionario define el término como «controlar, subyugar, ejercer dominio, imponerse». Estas definiciones revelan un agresivo espíritu de competencia que busca una posición de supremacía sobre los demás; viene acompañado del mensaje implícito de que el pastor merece esa posición de superioridad por ser mejor que los demás, ya sea por su rol, por sus dones o por su llamado.
En la práctica, esta actitud produce congregaciones llenas de tensiones. La palabra del pastor no puede ser cuestionada porque tiene mayor autoridad que los demás. El pastor tiene derecho a decidir por los demás, sin darles la oportunidad a que piensen o participen en el proceso. Puede imponer cambios en la congregación sin consultar a nadie, simplemente por ser el pastor. Todas las decisiones que los demás quieran tomar deben ser autorizadas por su persona. Nadie puede avanzar en un proyecto si él no ha dado su «visto bueno».
Usted ya se habrá dado cuenta que esta situación tiene matices bastante enfermizos. No obstante, es muy triste ver la cantidad de congregaciones que funcionan con estos parámetros. Pedro ofrece una alternativa a este modelo: que el pastor/anciano sea de ejemplo. En este enfoque el énfasis está en la vida del líder. Lo llama a estar más preocupado por su propia conducta que por vigilar si los demás lo obedecen o toman en cuenta. La razón es sencilla: el factor que más afecta el proceso de transformación en los demás es el impacto de una vida santa. El pastor no debe obligar a los demás, sino que, con su propia devoción, debe influenciarlos para ser como Cristo. ¡Qué tremendo desafío! Pero bien vale la pena invertir en este estilo de liderazgo. ¡Las personas a las que usted ministra jamás serán iguales!

¿Qué clase de líder es usted? ¿Cómo lo describirián las personas que lo conocen? ¿Qué cosas necesita hacer para ser más pastor y menos «señor»?

sábado, 12 de junio de 2010

Dar con sacrificio

Arauna dijo a David: Tome y ofrezca mi señor el rey lo que bien le parezca; ahí tienes bueyes para el holocausto, los trillos y los yugos de los bueyes para leña. Todo esto, oh rey, Arauna lo da al rey. Luego dijo Arauna al rey: Jehová, tu Dios, te sea propicio. El rey dijo a Arauna: No; la compraré por su precio; porque no ofreceré a Jehová, mi Dios, holocaustos que no me cuesten nada. Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata. 2 Samuel 24.22–24

El Señor había instruido a David, conforme a la palabra del profeta Gad, que subiera a la era de Arauna, Jebuseo, para ofrecer un sacrificio que detuviera la plaga que había caído sobre Israel por causa del censo del pueblo. Cuando llegó a la casa de Arauna este le dio libertad de escoger todo lo que quisiera de entre sus pertenencias, para realizar el holocausto necesario. En la respuesta de David observamos dos importantes principios.
En primer lugar, hemos de notar que como rey se podría haber servido de lo que quisiera. Era uno de los «privilegios» que acompañaba la investidura que llevaba. Es más, el mismo Arauna le ofreció al rey, de su propia voluntad, que se sirviera libremente de sus pertenencias. Mas David entendía que a un gobernante le correspondía velar por los derechos de los demás, haciendo a un lado privilegios que podían ser perfectamente legítimos. A mayor autoridad, mayor cautela en el uso de ella, de manera que los más débiles no sientan que se aprovechan de ellos.
A muchos pastores les vendría bien recordar que la posición que ocupan está acompañada por un llamado a ser extremadamente cuidadosos a la hora de ejercer algún privilegio especial con los que pastorean.
En segundo lugar, David se rehusó a tomar de lo que Arauna le ofreció, porque entendía que los sacrificios que no tienen precio no tienen validez para la vida espiritual. Este principio tiene especial importancia porque con frecuencia damos no de lo que nos cuesta, sino de lo que nos sobra. Lo que sobra, sin embargo, rara vez duele, precisamente porque no lo necesitamos.
Pero ¿por qué es importante que nuestra ofrenda tenga una cuota de sacrificio personal? En la respuesta a esta pregunta radica la esencia misma del reino de Dios. El precio por resolver la situación pecaminosa del hombre fue la vida del Hijo de Dios. Es un precio sumamente elevado porque las dimensiones del problema son de una gravedad absoluta. Las soluciones fáciles son el resultado predecible de considerar con frivolidad la realidad del ser humano. Y quien considera con liviandad la problemática del pecado está condenado a seguir atormentado y atado por sus devastadores efectos en la vida. Solamente cuando estamos dispuestos a acompañar el sacrificio de Cristo con una devoción que exige la negación de uno mismo, veremos un fruto genuino en nuestra vida espiritual. David entendía esta realidad, y por eso ofrendó con sacrificio.

«Una religión que no cuesta nada, tampoco vale nada». J. C. Ryle.

jueves, 10 de junio de 2010

Palabra de vida

Orad... por mí, a fin de que al abrir mi boca, me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio. Efesios 6.19

¡Qué interesante es este pedido de Pablo a los creyentes de la iglesia de Éfeso! Sería bueno que todos los que estamos involucrados en la proclamación de la Palabra pudiéramos solicitar esto antes de cada compromiso ministerial.
La construcción de la frase nos muestra claramente dónde podemos errar en el ministerio de la proclamación. Es fácil abrir la boca pero no es tan sencillo hablar palabra de lo alto. De hecho, es una de las características que más preocupan en la iglesia del siglo XXI, la falta de Palabra en muchas de las predicaciones y enseñanzas que se escuchan hoy. Ha crecido mucho la tendencia de leer un versículo para luego compartir las propias opiniones acerca de cómo obra Dios y qué es lo que está haciendo en este tiempo. El resultado es que tenemos una interminable sucesión de «intérpretes» espirituales, enamorados de sus propios razonamientos, pero escasea la Palabra pura de Dios que es poderosa para transformar la vida de los oyentes.
En las personas que han recibido formación en el arte de la buena comunicación, el peligro es aún mayor, pues pueden disfrazar con mucha elegancia su ignorancia de la Palabra utilizando todos los recursos de la buena oratoria. El resultado puede entretener, pero no ayuda a que el pueblo avance hacia la madurez en Cristo Jesús.
Pablo tenía un deseo similar al de Cristo. El Hijo de Dios le dijo a sus discípulos: «Mi enseñanza no es mía, sino del que me envió» (Jn 7.16 - LBLA). Más adelante aclaró: «No he hablado por mi propia cuenta, sino que el Padre mismo me ha enviado, me ha dado mandamiento sobre lo que he de decir y lo que he de hablar» (Jn 12.49 - LBLA). De la misma manera, el apóstol -que no era ningún neófito en temas de comunicación- temblaba ante la posibilidad de malgastar el tiempo hablando de sus propias opiniones e ideas. Por eso le pedía a los creyentes que oraran por él, para que cuando abriera su boca no se escucharan palabras de hombre, sino de Dios.
Debemos, como líderes, tener convicción de que esta es la única Palabra que vale la pena compartir. Nuestra palabra informa, entretiene y aclara; pero se entremezcla con las miles de palabras que escucha el pueblo cada semana por la radio, la televisión y por boca de vecinos, compañeros de trabajo y amigos. Solamente la Palabra de Dios es «viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón» (Heb 4.12–13 - LBLA). Puede ser proclamada con suma sencillez, más su efecto será profundo y duradero porque esta es la Palabra que tiene vida.

Para proclamar Su Palabra necesitamos ser estudiantes de La Palabra. ¿Cuánto tiempo está dedicando al estudio diligente de las Escrituras? ¿Qué efecto tiene esto sobre su vida personal? ¿Sobre su vida ministerial? ¿Qué otras cosas puede hacer para crecer en el conocimiento de la Palabra?

sábado, 27 de febrero de 2010

La voz de Dios

Jehová volvió a llamar a Samuel. Se levantó Samuel, vino adonde estaba Elí y le dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate le respondió Elí. Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. 1 Samuel 3.6–7

Hay dos observaciones interesantes que se desprenden de este incidente en la vida del joven Samuel. En primer lugar, podemos afirmar que la voz con la cual Dios le habló al niño era tan parecida a la voz de Elí, que él llegó a confundirlas. ¡Solamente en las películas Dios habla con acento de España, y su voz retumba y resuena por los aires! En la vida real, las maneras en que Dios nos habla son fácilmente confundibles con las voces de otros, o aun con nuestras propias voces.
En segundo lugar, debemos detenernos un momento en la frase «Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada». Lo que vemos aquí es la descripción de un novato, una persona que estaba iniciando el proceso de aprendizaje que eventualmente lo convertiría en el gran profeta y juez de Israel.
Entender esto es importante. Hay un sentir en el pueblo de Dios de que la espiritualidad es algo que se hereda, o que se puede adquirir por la imposición de manos. Muchos creyentes andan de reunión en reunión buscando ese «toque» especial o esa «unción» que les convertirá automáticamente en grandes varones o mujeres de Dios. Se han convencido que la grandeza de las ilustres figuras en la historia del pueblo de Dios tenía que ver con alguna visitación especial hacia sus personas, o la posesión de algún don extraordinario que los apartaba de otros seres normales como nosotros.
La verdad es que la vida espiritual es algo que se cultiva por medio de un proceso disciplinado. Al igual que en el desarrollo del cuerpo físico, mucho del crecimiento espiritual que ocurre en nuestra vida depende de elementos que realmente no controlamos. A veces, ni siquiera entendemos las misteriosas operaciones que resultan en la transformación de nuestro corazón. Lo que sí es claro, es que hemos sido llamados a caminar en fidelidad con nuestro Dios y debemos permitir que él nos vaya conduciendo hacia la madurez.
En este sentido, no hay grandes saltos, ni avances repentinos. Ocasionalmente experimentamos visitaciones extraordinarias de su presencia, pero el crecimiento espiritual normal en nuestras vidas es producto de un proceso lento y pausado. A esto se refería el autor de Hebreos cuando escribía: «el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal» (Heb 5.14). Tome nota de la frase «por el uso». Otras versiones lo traducen «por la práctica». Sea cual sea la traducción, todas apuntan a un proceso de aprendizaje que incluye aun el equivocarse, como lo hizo el joven Samuel.

Alguien alguna vez observó: «Todos quieren ser algo en la vida; pero nadie quiere crecer». ¿Qué pasos está tomando para entender mejor los misterios de la vida espiritual? ¿Cómo «practica» para que sus sentidos estén ejercitados para discernir entre el bien y el mal?

domingo, 21 de febrero de 2010

CORRE

Por: Carter Conlon

Escúchame como nunca me escuchaste alguna vez en tu vida.

Tenemos que rendir nuestras vidas a los propósitos de Dios, esto no es un picnic de la escuela bíblica dominical.

Iglesia de Cristo, esto no es una invitación para tener tiempos buenos continuos.
Esto es una guerra por las almas de los hombres.

Sal de en medio de ellos, corre por tu vida, porque esto es sobre tu vida, esto no es algo sobre una teología contraria o puntos de vista conflictivos sobre Jesús. Esto es sobre tu vida.

Mi vida está marcada de por vida con una historia que un policía de la ciudad de Nueva York me contó, de cómo las personas huían de un edificio en ruinas, había policías y bomberos y algunos estaban corriendo en dirección al edificio diciendo: Corre por tu vida, en su proprio peligro y en algunos casos yo creo que ellos sabían que iban a morir pero había el sentido del deber.
Y yo estoy clamando a Dios: Dios, Oh Jesús, no dejes que mi sentido de deber sea menos por Tu Reino que el de esos amados bomberos y policías por aquellos que estaban pereciendo en una torre cayendo.

Estamos viviendo en una generación en que la verdad esta cayéndose en las calles.

Quiero estar entre aquellos que no están corriendo del conflicto pero si rumbo al conflicto y decir:
Corre por tu vida.
Corre de evangelios que solamente enfocan la fama y la prosperidad.
Corre. Corre de aquellos que usan el nombre de Cristo por ganancias personales.
Corre de aquellos que están picoteando tu bolsillo en el nombre de Jesús.
Corre. Corre de evangelios que solamente enfocan mejoramiento propio.
Corre. Corre de iglesias en donde hombres y no Cristo son glorificados.
Corre. Cuerpo de Cristo corre. ¡Huye! No toques cosas inmundas.
Corre de iglesias donde no hay Biblia, no hay Cruz, no hay teología, no hay almas buscando la Palabra, no hay arrepentimiento de pecados, no hay mención de la sangre de Jesús. Corre. Es impuro. Corre.
Corre de iglesias donde estas cómodo en tus pecados. Y si hay pecado en tu vida y no estás convicto de eso, estas en una mesa de demonios.
Corre de pulpitos que están llenos con hombres políticos mientras usan el pulpito de Dios como una agenda política personal.
Corre. Corre de aquellos que predican divisiones entre razas y culturas.
Corre. Corre. ¡Huye! ¡Apágalo! ¡Aléjate de eso! Ellos no saben nada de Dios.
Corre de movimientos espasmódicos impíos y sinfín de profecías vacías.
Amada iglesia, corre por tu vida.
Corre de predicadores que solo se paran contando historias y chistes. Corre como nunca has corrido antes.
CORRE. CORRE. CORRE.

No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tienes la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas? 15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿ó qué parte el fiel con el infiel? 16 ¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo. 17 Por lo cual Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, 18 Y seré a vosotros Padre, Y vosotros me seréis a mí hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
2a Corintios 6:14-18

sábado, 13 de febrero de 2010

Construir con sabiduria

Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar. Jeremías 1.10

Un gran sector de la iglesia ha creído que la propuesta del Cristianismo es la de hermosear la vida que poseemos. De esta manera, la persona que llega al arrepentimiento y se incorpora a la Iglesia del Señor frecuentemente experimenta modificaciones muy leves en su vida. Aun después de muchos años de andar en el camino encontramos que son pocas las cosas que lo diferencian del hombre de la calle.
La misión que el Señor le da al profeta Jeremías, descrita en términos tan gráficos en el texto de hoy, nos muestra que el cristianismo involucra un cambio mucho más dramático y profundo de lo que pensamos. Dios no está en el negocio de parchar vidas, de hacerles una reparación mínima para que puedan luego continuar funcionando dentro del reino. Antes de que se pueda producir la tarea de edificación, debe ser removido todo aquello que no sirve. De esta manera, la tarea del profeta incluía la parte negativa del proceso de reconstrucción, que era la de arrancar, destruir, arruinar y derribar. Note usted lo radical y terminante de estos términos. Usted no destruye ni arruina aquello que tiene intención de volver a usar. Usted solamente arranca y derriba aquello que ya no le sirve más.
Creo que muchos pastores se sienten frustrados porque están involucrados en proyectos donde pretenden darle una «lavada de cara» a cosas que, en su esencia, están podridas. Son muchas las técnicas y metodologías del mundo que hoy nos venden los expertos del crecimiento de la iglesia, la gran mayoría de las cuales ni siquiera han sido adaptadas a la iglesia, sino simplemente transferidas tal cual existen en el mundo empresarial. Muchos son los cristianos que quieren retener todas las comodidades y modalidades del mundo, mientras viven una vida espiritual mediocre e insulsa. Muchas son las congregaciones que dan testimonio de tener más en común con los ciudadanos de este mundo que con los del reino. Aunque usemos pintura de la más blanca para tornar en presentables estas cosas, su esencia no puede ser redimida. El único destino adecuado para ellos es el de la destrucción.
Seguramente a esto apuntaba Jesús cuando dijo que «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo y lo pone en un vestido viejo, pues si lo hace, no solamente rompe el nuevo, sino que el remiendo sacado de él no armoniza con el viejo» (Lc 5.36). El principio que señala es claro: llega un momento en que el vestido viejo está tan desgastado que no vale la pena repararlo. La solución es tirar el vestido viejo y guardar el paño nuevo para otra cosa.

El apóstol Pablo señala, en Romanos 6.4, que «somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva». Nuestro destino espiritual cuando llegamos a Cristo no es el «taller de hojalateria y pintura». Es la muerte. Solamente de la muerte se puede obtener una vida nueva.

viernes, 29 de enero de 2010

YO ESTOY CONTIGO

Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo. Salmo 23.4

Tome nota de la razón por la cual el salmista está confiado. No es la esperanza de que sus circunstancias cambien, ni tampoco la idea de que puede tener una vida sin complicaciones, ni dificultades. Al contrario, el salmista se da cuenta que hay una buena posibilidad de que le toque caminar por el valle de sombra de muerte. La fortaleza de su postura frente a este panorama, sin embargo, es que tiene convicción de que el Señor estará con él, aun en las peores circunstancias.
¿Se ha detenido alguna vez a meditar en la cantidad de veces que el Señor dice yo estoy contigo? Los pasajes bíblicos donde encontramos reiterada esta frase parecen todos tener algo en común: Cada uno describe una situación que infundía temor en el protagonista de los acontecimientos. Jacob, por ejemplo, tenía miedo de volver a su casa porque su hermano había jurado darle muerte. El Señor lo visitó y le dijo: «yo estaré contigo» (Gn 31.3). Moisés, llamado a volver a Egipto, sintió temor porque creía que el Faraón procuraba su muerte. El Señor le dijo: «yo estaré contigo» (Ex 3.12). Josué se sentía atemorizado por la enorme tarea de guiar al pueblo en la conquista de la tierra prometida. El Señor le habló, diciendo: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes porque Jehová, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas» (Jos 1.9). Cuando el ángel de Jehová llamó a Gedeón a liberar a Israel del yugo madianita, este sintió que era poca cosa para semejante tarea. Pero el Señor le dijo: «ciertamente yo estaré contigo» (Jue 6.16). El joven profeta Jeremías sentía que era inútil la tarea de tratar de proclamar la Palabra de Dios al pueblo. Eran muchos los que estaban en contra de él. El Señor le recordó: «Pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo» (Jer 1.19). Hasta el valiente apóstol se sintió atemorizado por la oposición de los judíos en Atenas. Por medio de una visión de noche, el Señor le dijo: «No temas, sino habla y no calles, porque yo estoy contigo» (Hch 18.9).
Vivimos en tiempos muy difíciles en América Latina. La frágil estabilidad económica que habían logrado algunos de nuestros países se está desvaneciendo como la niebla matinal. En muchas naciones de la región los índices de desempleo aumentan inexorablemente día a día. Y, como si esto fuera poco, vivimos en un clima de creciente violencia donde cada vez nos sentimos más desprotegidos y vulnerables. Tiempos, en resumen, apropiados para vivir angustiados.
Qué hermoso, entonces, es recordar esta afirmación confiada del salmista. «Aunque pase por el valle de sombra de muerte... «¡tú estás conmigo!» Este tiempo de crisis tiene un valor inestimable para los que deseamos cultivar una vida de mayor dependencia de él.

Qué momento puede ser más apropiado que el presente para tomarnos fuertemente de su mano y decirle, como dijo Moisés, «si tu presencia no ha de acompañarnos, no nos saques de aquí» (Ex 33.15). Muchas veces no le sentimos; nunca le vemos. Pero él está con nosotros. ¡Adelante, entonces, sin temor alguno!